jueves, 6 de julio de 2017

Triplezero - 000


Año: 2016
Sello: Antinomia Records
País de origen: España

Esta banda estaba destinada a aparecer en este blog. Por su estilo, y por la forma de encararlo, Triplezero era una banda que iba derecho a ser reseñada. Claro, el hecho de que la gente de Sepulchral Silence Records me haya facilitado el material ayudó muchísimo, eso es necesario decirlo. Pero, de una manera u otra, la obra inicial del trío barcelonés iba a pasar por aquí.
Yendo al comienzo de la historia, debo acotar que el trío fue formado por Pablo Selnik en flauta, Vasco Trilla en batería, y Dènys Sanz en lo referente a la parte electrónica del sonido del grupo. Según he leído, los tres músicos tienen una vasta trayectoria sobre sus espaldas, trayectoria que, debo reconocerlo, desconozco. Ahora bien, a juzgar por lo hecho en "000", pues debo ponerme al día con los anteriores trabajos de estos tipos pues me han dejado bastante caliente, con ganas de más. Y si uno quiere más, hay que investigar.
Inspirados en "The Elder Ones" del enorme Lovecraft, pero enfocados también en las perspectivas ocultistas de Asenath Mason y S. Ben Qayin, el trío desanda los sinuosos caminos del Dark Ritual Ambient, pero sin encerrarse en dichos márgenes. Toman cosas del Noise (escuchen la primera pista del disco), el Industrial, Avantgarde y Drone, incorporando un vocalista de voz reventada y endemoniada cuyo nombre es Eric Baule (del grupo de Progressive Death Metal Moonloop), quien aporta aires metálicos gracias a su voz; en otras palabras, Baule se encarga de darle el toque blacker al grupo, un grupo que poco y nada tiene de metalero, por cierto.
Juegan constantemente con las texturas, llegando a construir composiciones monstruosas en base a capas de sonidos que se superponen, generando un ruido infernal que ayuda a que la pista se eleve hasta umbrales cuasi insoportables para el oído humano no entrenado, como así también se calman de forma inquietante, y generan temas más calmos, pero notablemente más retorcidos, tal es el caso de "V", una pieza que pareciera ser más la música de fondo de un ritual ocultista que una canción en sí misma.
No se apegan a una fórmula y eso es digno de elogio. Manipulan los sonidos a su antojo (en "00" la experimentación los lleva a parecerse, aunque sea un poco, a Einsturzende Neubauten), buscan constantemente cómo combinar los sonidos y jamás, pero jamás se acercan si quiera a los parámetros convencionales de la música. O sea, ni Rock ni Metal hay acá, sino experimentación perversa, hipnotizante y siempre improvisada, o al menos dando la sensación de improvisación.
No, no es un disco para andar recomendándolo a todo el mundo. Ya saben, ninguna de las etiquetas dentro de las cuales podemos incluir a Triplezero se caracterizan por ser muy convencionales. Por ende, la música de este trío no está exenta de estar dentro de dichos parámetros de anti-convencionalismo. Mejor así, pues el día que éste tipo de música se torne convencional, yo dejaré de escucharla...tal vez.

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