Año: 2016
Sello: Defying Danger Records
País de origen: Alemania
A Harmony Dies los conocí allá por el año 2003, leyendo la revista española Hell Awaits. Recuerdo haber leído la reseña del disco del mismo año, una pieza llamada "Impact", disco que poco tiempo después pude escuchar gracias a un conocido. No me pareció la gran cosa aquel segundo disco full de la banda teutona, pero me entretuvo bastante, y la energía que se desprendía de las canciones me mantuvo atento hasta el final de la placa. Luego de ese disco les perdí el rastro, más por desatención mía que por otra cosa. Mas, investigando un poco, me dí con que no hubo ningún disco desde 2003 hasta la fecha de edición de éste "Indecent Paths of Ramifying Darkness". O sea que no estamos hablando de una muy prolífica ¿cierto? Veamos, se formaron en 1992, lanzaron cuatro full lenght entre 1997 y 2016, habiendo más maquetas que discos full en la carrera del grupo (y también hay varios split y un EP en su haber). No, no son una banda que se dedique a sacar discos de larga duración asiduamente.
Yendo puntualmente al, hasta ahora, último LP de la banda, debo decir que las cosas han cambiado poco y nada, y eso, a mi parecer, es más positivo que negativo. Es que la música de Harmony Dies tiene todo lo que debe tener para que su Brutal Death suene convincente, y así viene siendo desde sus comienzos: contundente, compacto, indecente y brutal, pero bien tocado. Acá no hay desprolijidades, no hay grandes baches que sortear; la firmeza del grupo, la robustez de su sonido, hacen que queden los detalles menos favorables en un segundo plano. Porque sí, hay aspectos que no son muy destacables, y la composición es un punto a tener en cuenta. No son grandes compositores, no se caracterizan por crear grandes canciones. Pero, debo repetirlo, la fiereza con que desatan sus ataques sonoros, la incisiva y monstruosa forma que tienen de encarar al oyente y someterlo con sus canciones, hacen que Harmony Dies se convierta en una banda creíble, real, y bastante recomendable.
El disco comienza realmente bien, con una canción que va directo al hueso ("Threshold to Enrage"), y con ése formato, simple y bestial, se mantienen en los restantes 5 tracks (sí, el disco consta de 6 pistas). Los riffs tienden a moverse en el terreno de lo macabro, sin abundar en arreglos muy técnicos, pero haciendo gala de una precisión digna de mención. La base rítmica es lo más resaltable del grupo por su intensidad y eficacia en las ejecuciones, siendo Robert Klotarsky (baterista) el soporte absoluto de la banda. La voz aporta más growls que otra cosa, pero hay recursos variados en medio de tanto gutural lleno de odio, y hasta hay algunos ataques vocales a dos voces que quedan de puta madre.
Como ya dije, no es un grupo de canciones inolvidables, pero son buenos en lo suyo, logrando que la intensidad sea inagotable, y metiendo arreglos de corte thrasher en momentos puntuales, como por ejemplo el final del tema que da nombre al disco, en donde sacan de la galera un riff impresionante, al cual le dan rienda suelta desde los 3 minutos con 20 segundos, en donde comienza dicho riff, con un ritmo machacante a la Exodus a medio-tempo, los guitarristas luciéndose con un duelo brillante, y una atmósfera viciosa dominando el panorama. Casi perfecto, además de ser un cierre estupendo para el disco.
Una banda con una larga trayectoria, un disco muy recomendable, y una buena chance para seguir enamorado del Death Metal. No son geniales, pero te patean el culo sin piedad.
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