sábado, 12 de marzo de 2016

Lead Coffin - Aquí Mueren Los Chivatos


Año: 2015
Sello: Independiente
País de origen: España

Grindcore hecho y derecho es lo que traen estos maníacos del ruido y la velocidad. Una Intro y chau, se arma el descontrol. 10 tracks de Grindcore con toques de Death Metal, por lo que no resulta extraño nombrar a bandas como Terrorizer o bandas españolas como Denak. Bueno, dije 10 tracks, pero si contamos la intro, son 11.
La cosa viene bastante sencilla: ritmos a toda velocidad, algunos quiebres y bases veloces pero sin llegar al blast beat, como para dar variedad. Doble ataque vocal, o sea, voz gritona y aguda versus voz gutural. Guitarra y bajo saturados hasta la exasperación, aportando una bola maciza de distorsión y violencia sonora. Todo esto resulta bastante conocido por todos nosotros, pero no por eso deja de ser efectivo cuando está bien hecho. Lead Coffin, lejos de ser una gran banda, entretienen con sus descargas grinders, y esto sucede porque la banda suena ensamblada, fuerte y firme. No hay pasos en falso, se nota que van a lo seguro: a lo que saben hacer. Además, si bien hay ásperas críticas sociales teñidas de sarcasmo asesino, también hay humor en la misma línea, siendo siempre duros y sarcásticos. Sin ir más lejos, y si no me informé mal, la portada es una parodia de la imagen de la Exposición Universal Sevilla 1992 (la banda es de Sevilla).
Ojo, que los muchachos, si bien van a lo seguro (Grindcore bruto y mala leche), se le animan al blues ("The Johnny Winter Tribute", en donde meten armónica bluesera), aparece un sintetizador por ahí ("Aquí mueren los Chivatos" y "Asalto a la reja", con esa intro típica de película clase B que les queda de puta madre), todo esto sumergido en un turbulento ataque de Grindcore nato, sin complicaciones y con un sonido casero que les queda más que bien.
Según he leído, Lead Coffin es una banda formada por veteranos de la escena extrema española, y algo de eso hay, indudablemente. Suenan muy compactos, conocedores de lo que hacen, se mueven con soltura, en otras palabras. Sí, es Grind de la vieja escuela, por lo que no hay que buscar ni virtuosismo, ni un gran sonido no composiciones que se salgan de los patrones clásicos del género. Pero entretienen, meten 20 minutos de ruido caliente y divertido gracias a su pureza, y gracias a la pericia de los implicados. Vale la pena pegarles unas cuantas oídas a este trabajo.

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