martes, 23 de febrero de 2016

Sanktuary - Winter's Doom


Año: 2016
Sello: Independiente
País de origen: Canadá

A veces, no se trata de buscar la originalidad a cualquier precio. No hay nada de malo en el hecho de tomar fórmulas viejas y reciclarlas. El problema está, en todo caso, en la forma en que se reutilizan esas ideas, en la forma en son manejadas y puestas en práctica. Hay músicos talentoso y hay músicos mediocres, y la realización de dichas ideas depende pura y exclusivamente de las capacidades de dichos músicos. En el caso de Sanktuary podemos decir que se trata de músicos talentosos, no tengo ninguna duda al respecto.
Lo de estos canadienses es bien claro: Speed/Thrash de pura cepa, de aquel que hacía estragos en los headbangers allá por los años 84/85. Influencias de Exciter, del primer Metal Church, arrebatos de Power Metal poderoso y caliente en la vena de bandas norteamericanas como Agent Steel (cabe aclararlo, el Power Metal norteamericano no tiene nada que ver con el Power Metal europeo. Mas, eso no es para ser abordado aquí y ahora), Abattoir y esas glorias del underground de los 80s. El sonido, las estructuras usadas en las canciones, las ejecuciones, todo, absolutamente todo remite a esa época. Sin embargo, "Winter's Doom" es mucho más que un disco hecho por nostálgicos para nostálgicos: es un gran disco. Está tan bien hecho, suena tan honesto, que da igual si fue grabado en 1985 o si lo grabaron ayer. Suena fresco, excitante, poderoso, tal como debe sonar un buen disco dentro de estos márgenes estilísticos. Y ahí entra a tallar el talento de los integrantes de la banda, es ahí donde se ve quién tiene clase y quién no. Y estos tipos tienen todo lo que hay que tener para encarar un proyecto de Speed/Thrash serio y creíble. Tienen las bolas bien puestas, creen en lo que hacen y saben cómo hacerlo. Aprendieron las lecciones de los mejores grupos del estilo, viajaron al pasado y tomaron lo que necesitaban, pero nunca renunciaron a ser ellos mismos. El espíritu de la banda está allá, en los 80s, pero la mente y el cuerpo grupal está acá, hoy. Entonces, lo que obtienen es un disco que suena actual, que pone al oyente en estado de excitación hoy, pero que lo mismo podría haber provocado en cualquier headbanger en los 80s. Y sí, hago alusión a los 80s de manera constante porque es indudable que la raíz del grupo está ahí, en la década dorada del Heavy Metal, y porque es evidente que el espíritu de la NWOBHM sobrevuela sobre estos canadienses.
Hablé de músicos talentosos y voy a dar más detalles. Tanto Glen Emond como Alan Binger (este último es el cantante también) desgranan riffs incendiarios, pero también saben echar mano de armonías épicas, guitarras gemelas que elevan la temperatura y solos de guitarra que ponen la piel de gallina. Binger, como cantante, es aguerrido, filoso, rabioso; es un guerrero en medio de una batalla, deja la piel en cada puto grito. Cole Hume es un bajista tan firme, tan sólido, que no deja resquicio alguno para que la banda haga agua; el tipo machaca y machaca, se la banca como una roca. Y Anders Grasholm es el baterista ideal para esta banda. Es rápido, intenso, contundente y fluido. En otras palabras, hace todo lo que debe hacer y lo hace todo bien. Claro, con buenas interpretaciones no hacemos el todo, es tan sólo una parte. La otra parte la ponen las canciones, y en ese rubro los canadienses demuestran ser tan buenos como lo son agarrando sus instrumentos. Para muestra hay dos temazos infartantes: "Open Your Eyes" y el colosal "Vermin Lord", una composición que ronda la perfección.
"Winter's Doom" es la segunda obra del cuarteto canadiense nacido en 2007. Anteriormente habían lanzado dos EPs, un split junto a Metalian y Black Moor, además del primer disco full ("Something Fierce", 2013). Como verán, es una banda activa, llena de energía y ganas de seguir creciendo. Y con discos como este, no creo que la gloria esté lejos de ellos. De lo mejor que he escuchado en materia de Speed/Thrash en los últimos 15 años.

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