Mekigah - Litost

Año: 2014
Sello: Aesthetic Death
País de origen: Australia

Desde el mismo instante en el que me llegó este disco (en formato digital, claro), me topé con tantas etiquetas como sea posible adosarle a un grupo. Desde Bizarre Doom hasta Gothic/Doom, pasando por Doom Ambient, Industrial Doom, y la lista sigue. ¿La razón por la cual se usan tantas etiquetas para clasificar a la banda de Vis Ortis, amo y señor de esta creación llamada Mekigah? Pues que resulta bastante difícil clasificar lo que hace este ente tan singular. Ninguna de las etiquetas mencionadas previamente pegan con certeza en lo que hace Mekigah, pero ninguna está fuera de sintonía tampoco. Veamos, porque lo de Mekigah es realmente especial.
No escuché los 2 trabajos previos de esta banda, mi introducción al peculiar mundo de Mekigah es recién con este, su tercer trabajo. Pero, por lo que leí, ambos trabajos ("The Serpent's Kiss" -2010- y "The Necessary Evil" -2012-) transitan por senderos iguales de ambientales, pero más orientados hacia el lado sinfónico del Doom, como si se tratase de oscuras y atmosféricas óperas interpretadas a ritmo lento, muy lento. Sin embargo, este nuevo álbum es más Ambient, y hasta Industrial, si se quiere, que Doom. Pero el factor Doom está ahí, presente en muchos aspectos. Los ritmos son lentos, jamás aceleran el paso, todo posee esa pútrida lentitud mortal propia del Doom. Y el espíritu mortuorio que inunda la placa procede, indudablemente, de los sectores más ambientales de dicho estilo. Pero en lo que concierne a las estructuras de las composiciones, a la tendencia a alejarse de los convencionalismos y a la experimentación con texturas etéreas, todo eso remite a estilos como el Ambient (o Dark Ambient, si así lo prefieren) y al costado menos virulento del Industrial.
Cómo sea, dejando las etiquetas de lado, este tercer disco de Mekigah es una delicia que debe ser degustada sin apuro, pues no es un trabajo fácil, no es algo que haya sido hecho para que el oyente lo digiera como digiere a una hamburguesa o cualquier comida chatarra. Esto, amigos míos, es un manjar, y los manjares necesitan ser saboreados. Es necesario tomarse con calma todo lo que suena, todo lo que sucede en "Litost", para así encontrarle el punto justo, para así encontrarle la vuelta y gozarlo. Obvio, es un gozo doloroso, turbulento, para nada afable. Introducirse en el mundo de Vis Ortis y sus compañeros de grabación implica aceptar que no vamos a enfrentar momentos de paz luminosa, sino que esa paz, en caso de encontrarse, está inmersa en una abyecta obscuridad, en un mundo oculto y desconocido para las mentes mundanas.
Mekigah está lejos de lo meramente terrenal, lo de esta banda está fuera de los confines del Universo cotidiano. Los sonidos, las atmósferas, los trazos alrededor de cada composición, la actitud adoptada para darle una identidad a la banda, todo provoca que el oyente entienda y acepte que escuchar a Mekigah no puede ser una experiencia natural. En todo caso, es una experiencia sobrenatural, y de las buenas. Muy buen disco.

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