Año: 2015
Sello: Lacerated Enemy Records/Possession Productions
País de origen: Polonia/Belarus
Miembros de ambos países unidos con el fin de crear un apocalípsis sonoro de calidad. Es que tampoco es cuestión de que el caos suene mal, mis amigos. Se puede crear la música adecuada para tal evento sin la necesidad de que esta suene desordenada. Y Veld (o V.E.L.D) lo entienden a la perfección, por eso nos atrapan con su brutal, pero muy bien organizada aniquilación.
Kirill Bobrik en guitarra y voz (nativo de Belarus), Wojtek Slavinsky en batería (polaco y motor rítmico de esta topadora llamada Veld), Tomasz Wawzak en bajo (polaco también), más la colaboración de Victoria Klimowicz aportando su encantadora voz, son los responsables de que este nuevo trabajo de Veld sea una obra tan contundente como precisa. Alineados, musicalmente hablando, detrás de bandas como Behemoth, Nile y similares, esta banda demuestra que no todo está dicho en este estilo, pues, sin innovar, se las ingenian para crear una obra que mantiene su poder destructivo de principio a fin, sin que este decaiga en ningún instante.
Carecen de originalidad en buena parte del álbum, e incluso, en algunos pasajes puntuales, la creatividad decae un poco. Pero es esos instantes cuando toda la furia de la banda emerge sin contemplaciones hacia el oyente. Es ahí, justamente, cuando más iracundos se muestran. Sin embargo, por más que compensen de esa manera, lo mejor sale a la luz cuando la inspiración de los integrantes alcanza su punto máximo. Esto sucede en "The Sweet Sound Of Torment" (¡qué manera de comenzar el disco!), "Constant Suffering", y especialmente en "Annihilation of Divinity", con la voz de Victoria acariciando al oyente, mientras, por otro lado, el resto del grupo lo abofetea violentamente, poniendo al escucha en una situación de placer y dolor al mismo tiempo.
Muy buen sonido, buenos músicos y buena música. Quizá les falte lograr que la calidad exhibida en momentos puntuales se sostenga a lo largo de todo el álbum. Pero, vamos, que Veld son buenos de verdad, y de seguir así, no me extrañaría que en breve estemos de rodillas ante ellos, alabándolos como si fueran Dioses.
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