Año: 2014
Sello: Elvester Records
País de origen: UK
Bajo el nombre de Crypt, Peter Leathley creó esta banda en
1990. Cambiaron de nombres 2 veces hasta llegar a llamarse Witchclan (primero
cambiaron de Crypt a Curse, y luego a Hellgrind). En 1992. Un año después, en
1993, Matt Bass se unió a la banda como cantante, y con él en la voz (más
Benjamin Ryan en teclados, quien por aquel entonces estaba en Cradle of Filth)
grabaron un Demo. Poco tiempo más tarde, Peter, fundador del grupo, dejó la
banda y un año después, en 1995, Witchclan se disolvió. En 2009, Matt Bass
revivió el grupo, pero ya no como banda, sino como una one man band. Desde su
regreso, ya van 2 discos full, siendo este el segundo. No escuché el trabajo
anterior, pero este “The Dark Binding” deja mucho que desear. Sinceramente, no
se entiende cuál es el motivo de la resurrección de esta banda, si es que la
idea es lanzar material tan desconcertante como este. A ver, pongamos las cosas
en claro, cada cosa en su lugar. Witchclan tiene 2 facetas, y creo que dichas
personalidades tienen su origen, aunque sean incompatibles entre sí, al menos
en la forma en que las encontramos aquí. Por un lado, la banda nació para hacer
un Black Metal crudo y directo, claramente influenciado por las primeras bandas
del estilo: Venom, Bathory, e incluso el primer Slayer. Eso está claro, es muy
evidente con tan sólo escuchar la mayoría de los riffs creados y tocados por
Matt. Pero, por otro lado, se nota que Witchclan son contemporáneos de Cradle
of Filth, pues la utilización de los teclados, y las atmósferas tipo película
de terror de la Hammer
están presentes de forma casi constante. Y aquí surge el problema: ambas
personalidades no se funden, no se conjugan hasta formar una sola, sino que
colisionan y jamás se ponen de acuerdo. Hay riffs netamente slayerianos, del
Slayer de la época de “Show No Mercy”, o bien en la vena de Venom y Bathory,
que te ponen en un lugar y situación en particular debido a la crudeza de los
riffs y del sonido. Pero luego vienen los arreglos de teclado totalmente
inconexos con el costado más crudo del grupo. Es que el sonido de los teclados
es realmente pobre, como si los hubieran obtenido de algún teclado barato
comprado en alguna casa de juguetes chinos de los años 80s, y las melodías
–esto es lo peor- son realmente infantiles, y contrastan con los riffs y las
atmósferas que se pretenden crear. En otras palabras, por más que le busque la
vuelta, por más que intente engancharme con Witchclan y su música, siempre
encuentro algo que me aleja, que me impide acercarme y comprender la idea
detrás de este disco. Seguramente pueda lograr entenderlo tras algunas oídas
más, pero no tengo ganas de hacerlo.
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