lunes, 2 de febrero de 2015

Witchclan - The Dark Binding


Año: 2014
Sello: Elvester Records
País de origen: UK


Bajo el nombre de Crypt, Peter Leathley creó esta banda en 1990. Cambiaron de nombres 2 veces hasta llegar a llamarse Witchclan (primero cambiaron de Crypt a Curse, y luego a Hellgrind). En 1992. Un año después, en 1993, Matt Bass se unió a la banda como cantante, y con él en la voz (más Benjamin Ryan en teclados, quien por aquel entonces estaba en Cradle of Filth) grabaron un Demo. Poco tiempo más tarde, Peter, fundador del grupo, dejó la banda y un año después, en 1995, Witchclan se disolvió. En 2009, Matt Bass revivió el grupo, pero ya no como banda, sino como una one man band. Desde su regreso, ya van 2 discos full, siendo este el segundo. No escuché el trabajo anterior, pero este “The Dark Binding” deja mucho que desear. Sinceramente, no se entiende cuál es el motivo de la resurrección de esta banda, si es que la idea es lanzar material tan desconcertante como este. A ver, pongamos las cosas en claro, cada cosa en su lugar. Witchclan tiene 2 facetas, y creo que dichas personalidades tienen su origen, aunque sean incompatibles entre sí, al menos en la forma en que las encontramos aquí. Por un lado, la banda nació para hacer un Black Metal crudo y directo, claramente influenciado por las primeras bandas del estilo: Venom, Bathory, e incluso el primer Slayer. Eso está claro, es muy evidente con tan sólo escuchar la mayoría de los riffs creados y tocados por Matt. Pero, por otro lado, se nota que Witchclan son contemporáneos de Cradle of Filth, pues la utilización de los teclados, y las atmósferas tipo película de terror de la Hammer están presentes de forma casi constante. Y aquí surge el problema: ambas personalidades no se funden, no se conjugan hasta formar una sola, sino que colisionan y jamás se ponen de acuerdo. Hay riffs netamente slayerianos, del Slayer de la época de “Show No Mercy”, o bien en la vena de Venom y Bathory, que te ponen en un lugar y situación en particular debido a la crudeza de los riffs y del sonido. Pero luego vienen los arreglos de teclado totalmente inconexos con el costado más crudo del grupo. Es que el sonido de los teclados es realmente pobre, como si los hubieran obtenido de algún teclado barato comprado en alguna casa de juguetes chinos de los años 80s, y las melodías –esto es lo peor- son realmente infantiles, y contrastan con los riffs y las atmósferas que se pretenden crear. En otras palabras, por más que le busque la vuelta, por más que intente engancharme con Witchclan y su música, siempre encuentro algo que me aleja, que me impide acercarme y comprender la idea detrás de este disco. Seguramente pueda lograr entenderlo tras algunas oídas más, pero no tengo ganas de hacerlo.

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