Año: 2015
Sello: Cimmerian Shade Recordings
País de origen: Rusia
Parece ser que Rusia es un lugar propicio para el
surgimiento de bandas de Doom Metal. Tal vez sea por el clima, tan frío como
cruel, e inspirador de sentimientos de dolor, pensamientos lúgubres y emociones
negativas. Cómo sea, desconozco el motivo real por el cual desde las penumbras
de dicho país emergen bandas que adoran entregarse al doloroso placer de los
ritmos ultra-lentos, los acordes lánguidos, la densidad abrumadora, y la agonía
interminable. Lo mejor del caso es que cuentan con varias bandas realmente
buenas, siempre hablando de Doom Metal. Aethyr, quienes debutaron
discográficamente en 2010 con un disco llamado “Messio”, traen la cuota
infaltable de buen Doom Metal hecho en Rusia, y lo hacen aportando cosas que
enriquecen a dicha escena. Moviéndose entre el Drone, aspectos que los
posicionan cerca del Doom Death, y algún que otro matiz propio del Funeral
Doom, los de Moscú incorporan a un género invitado que les da la posibilidad de
ampliar el horizonte creativo de la banda: el Black Metal. Así es que pasan de
instantes en donde la lentitud predomina hasta sofocar, para luego introducir
ráfagas de velocidad maliciosa, pincelando el lienzo con matices de un frío
color gris. Pero, como ya dije, son pinceladas en medio de la oscuridad propia
de un género que ha nacido y crecido a paso lento, enmarcado por todo aquello
que lacera el alma y aniquila todo atisbo de vigor. Como toda buena banda que
se precie de ser parte del Universo Doom, Aethyr eligen expresarse por
intermedio de canciones que son largas en la mayoría de los casos, salvo 2
tracks (“Sanctus Satanicus” y “Cvult”) que duran 4:28 y 5:23 minutos,
respectivamente. El resto del álbum se compone de extensas composiciones en las
cuales hay distintos abordajes, dependiendo del espíritu de la canción en sí,
pero que, a su vez, poseen un espíritu unificador que le da cohesión al disco.
Por supuesto, las líricas dan el toque final para que el álbum sea, en su
totalidad, un ritual esotérico de principio a fin; ritual que, obviamente,
tiene como fin apagar las luces y hundirnos en la oscuridad dentro de la cual
lo Oculto impera.
“Corpus” no es un disco perfecto ni mucho menos: es un buen
disco de Doom, que pasea al oyente por diferentes matices del género, pero que
siempre lo devuelve al punto de partida. “Corpus” siempre te lleva al mismo
lugar, y genera en el oyente la sensación de Deja Vu, sensación que es
aplicable a muchos aspectos del disco. Mas a eso se lo dejo a ustedes.
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