Año: 2014
Sello: Solitude Productions
País de origen: Ucrania
DeMort: cuerpo, mente y alma de esta ¿banda?
One man band, en todo caso. Él toca todos los instrumentos, compone, produce…él
hace todo. Él es Luna, y es el único responsable de todo lo que escuchamos en
el primer opus de su banda. Una banda que es un vehículo a través del cual
DeMort nos permite conocerlo por dentro, nos muestra su interior, y de paso,
nos invita a pasear por los paisajes que enmarcan e inspiran a su creación.
Ahora ¿qué facetas de su existencia nos permite conocer este músico ucraniano?
Su lado más lúgubre, apesadumbrado, trágico y sofisticado al mismo tiempo. Tal
vez sea por eso que la etiqueta Symphonic Funeral Doom le calza como un guante
a esta, su primera obra, la cual consiste en una sola canción que lleva por
nombre “Ashes To Ashes”, tal es el nombre del álbum también. Y si la etiqueta
con la que presentan a este artista es Symphonic Funeral Doom, pues entonces
hay que tener en cuenta cuáles son los elementos que dicho música utiliza para
justificar dicha etiqueta.
Como buena banda de Funeral Doom, aquí prima
lo fúnebre, las atmósferas agobiantes y sombrías, los ritmos ultra-lentos,
acordes lánguidos y un sonido envolvente. Pero resulta que hay grandilocuencia
en las instrumentaciones (los teclados juegan un rol esencia en esto), hay un
considerable grado de elegancia (combinada con lo mortuorio), y una sana
intención de recargar las instrumentaciones sin saturar, pero dotando a la
composición de una cualidad inherente a lo sinfónico, y que es el Crescendo,
cualidad que si bien está de manera morigerada, no por eso resulta menos
evidente su utilización.
Así nos encontramos con una canción realmente
extensa (alrededor de 57 minutos), pero que en ningún instante cansa, ni aburre
ni permite que el oyente se disperse: cada parte está unida con la otra de
forma inteligente, creando un dramatismo cinematográfico que atrapa hasta el
desenlace de la obra. Y esto es, valga repetirlo, mérito del hombre detrás de
la creación: DeMort. Este es uno de esos casos en los que todo lo bueno o malo,
es responsabilidad de una sola persona. En este caso, no hay nada para
reprochar, y mucho para elogiar.
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