lunes, 13 de octubre de 2014

The Sorcerer - A Graveyard of Fallen Dreams



Año: 2014
Sello: Helldprod
País de origen: Portugal

Un ex-Grog, acompañado de un actual Grog, haciendo Black Metal. A esto ya lo vimos con una banda que patea culos a diestra y siniestra: Nethermancy. Bien, resulta que The Sorcerer es Hugo Andremon, ex integrante de Grog (este tipo compuso casi todo “Macabre Requiem” de Grog), quien en The Sorcerer se hace cargo de casi todos los instrumentos, la voz y de todo lo restante (o sea, Hugo es la mente creativa de todo esto). Junto a él, haciéndose cargo de la batería, está Rolando Barros, es tremendo baterista de…Grog. Juntos se las arreglan para llevar adelante un álbum de puro e impío Black Metal, un disco contundente y furioso, con esas atmósferas frías y lúgubres tan propias del Black de los 90s, y que en las manos adecuadas, jamás defraudan. Es que cuando algo está bien hecho, es imposible que la música en cuestión no provoque el efecto buscado/deseado. The Sorcerer crean y recrean atmósferas que invitan a pensar en tenebrosas y frías noches en las que se llevan a cabo oscuros rituales mágicos, sacrificios y blasfemias. The Sorcerer es, en otras palabras, una banda de Black Metal en estado puro.
“A Graveyard of Fallen Dreams”, disco debut de la banda que Hugo formó en 1994 (y que disolvió en el 2002, para regresar en 2013), comienza con una introducción extensa, pero muy efectiva, que nos pone en sintonía con lo que se avecina: un vendaval de Black Metal. Tras la intro, comienza “The Bearer Of Light”, y en esa misma canción, The Sorcerer establece sus mandamientos compositivos y sonoros, dejando bien en claro por dónde va a ir la cosa. Sonido de guitarras filosas, voces desgarradas y endemoniadas, ritmos que oscilan entre los medios-tempos majestuosos y los blast beats destructivos, y riffs que combinan melodías macabras con sucesiones de acordes acojonantes. Hay cierta falta de variedad, que termina por provocar que algunas canciones terminen siendo (o pareciendo) un poco largas. Pero esa falta de matices se compensa con una agresividad estremecedora, con mucha, pero mucha energía. En esos momentos, cuando la crudeza se adueña de todo y el dúo arremete con toda su furia, en esos momentos es cuando explotan y surge lo mejor de la banda. Sin embargo, “A Graveyard of Fallen Dreams” es un disco recomendable en su totalidad, más allá de las preferencias individuales. Es un disco conciso y poderoso, al cual le sobra poder. Con más variantes en la faz compositiva, The Sorcerer puede llegar a ser una gran banda. Por ahora, vayan escuchando este buen disco de Black Metal, que para el futuro aun falta.

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