viernes, 5 de septiembre de 2014

The Dallaz - Dirt Dealer


Año: 2014
Sello: Riffalot
País de origen: Italia

Hasta que no leí que eran tanos, la imagen mental sugestionada por mis oídos sobre The Dallaz era la de unos brutos gringos barbudos, borrachos, fumones sureños de pocas pulgas, pues el stoner que practican guarda esa impronta características de aquellas coordenadas geográficas norteamericanas, orientado hacia el hard rock rutero, para quemar caucho entre otras hierbas sin rumbo alguno, sólo quemar por quemar. Para dar una ligera idea de su sonido, se mueven desde Kyuss, a Alabama Thunderpussy, Clutch, Fu Manchu, al Corrosion Of Conformity del Blind para acá, o incluso al Down más ganchero por mencionar algunas de las referencias que nos vienen a la mente. No hacen nada novedoso, aunque acierten con un inteligente uso de los recursos del género, siempre moviéndose entre el stoner y el hard rock, pero con una preponderancia del primero. Entretenido y ganchero, te mantienen con la patita inquieta durante todo el viaje que comienza con “Eye Of The Wolf”, uno de los puntos más altos con un riff demoledor y la nota de color, el solo de theremin. “Travellind Blend” sigue a toda marcha, con otro riff a la altura de los grandes mencionados anteriormente, derrochando “encanto” sureño a lo Clutch, incluyendo una harmónica para el respectivo solo. El tema del disco para quien escribe. “FurGone” no desentona, pero esta vez hay más espacio para el Groove, con otro riff poderosísimo que ya nos empiezan a malacostumbrar con desarmarnos la cervical. Hasta aquí el nombre de Alabama Thunderpussy se nos viene a la mente frecuentemente, y el tema que sigue tiene un ocurrente e inquietante(?) juego de palabras que también los invoca: “Octopussy”, con un medio tiempo psicotrópico, expeliendo bocanadas de humo canábico al por mayor. Por primera vez en el disco Cassanelli, además del bajo, se hace cargo de las voces, al mejor estilo Jhon García. Lo mismo en “Ridin In My Mind” volviéndo al clásico stoner de carretera, directo y contundente con el mencionado García en cualquiera de sus proyectos como clara influencia, excelente tema. Promediando el disco “11-29”, bajando un cambio y con otra dinámica si se quiere más compleja, se toman el tiempo para concentrarse en la psicodelia, con Frazzoni de nuevo en las voces más “carrasposas” como en los primeros tres temas, a lo Neil Fallon, y repitiendo la interpretación en “Bringing Back To The Dead”, con el cual los tanos vuelven a llevar su tractor (el mismo de la portada) a la ruta para seguir quemando caucho, el resultado el mismo: humo y más humo. Un sensual “Demon Night” da continuidad a la placa, y la impronta de Josh Homme parece hacerse notar indeleble para todo aquel que pretenda meterse en dominios del rock desértico. Las influencias siguen asomando y se hacen más evidentes con el coro de “I Do Nothing”, muy en la vena de Fu Manchu, bastante pegajosa, siempre rutera. Lo mismo sucede con “I Want Speed” y Kyuss, con la voz de Cassanelli reforzando el concepto y con un título que lo dice todo. Impecable el riff de Frazz, el encargado de las guitarras, en “Losers”, disfrazándose una vez más de Peeper Keenan, para cerrar el disco bien en alto y dejando en claro que la geografía no es un impedimento para hacer música cuando se tiene idea de lo que se hace y lo que se quiere lograr. El sonido es el que debe ser, sucio, guitarras con fuzz llenas de tierra, un bajo grueso, bañado en aceite y grasa, una batería ajustada y contundente, a cargo de Alessandro Moretti, todo en su debido lugar. En fin, más que interesante debut de The Dallaz, banda que se suma al incipiente movimiento stoner italiano, para tener en cuenta y pasar un buen momento entre motores, bebidas y por supuesto, mucho humo.

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