Año: 2014
Sello: Mother Fuzzer Records
País de origen: Irlanda
Cada vez que escucho este disco, no puedo evitar pensar en
la película “Heavy Metal”; en la original, no en la versión 2000. Por algún
motivo, la música en sí misma, el sonido de la banda, los títulos de las
canciones y cierto aire a Metal de la segunda mitad de los 70s, hacen que dicha
película llegue a mi mente invocada por la música de No Mans Land. Ahora bien
¿qué clase de Heavy Metal hacen estos irlandeses? Doom con toques Stoner,
claramente influenciado por Black Sabbath, pero con una vuelta de tuerca que
los emparenta con bandas como Cathedral (el de la segunda mitad de los 90s) y
Orange Goblin, salvando las diferencias, claro. Canciones que oscilan entre los
6 y 7 minutos (salvo el track autotitulado, que dura 4:46), un sonido gordo,
denso y cavernoso, voz aguardentosa de macho con el rostro lleno de vello, y
una base estruendosa pero con mucho groove y predilección por los ritmos
lentos, pero no fúnebres. No Mans Land no son un grupo maravilloso, y lejos
están de serlo por ahora. Pero suenan bien, tocan bien y componen bien. O sea,
hacen todo bien, sin sobresalir en lo suyo, pero manejándose correctamente
dentro del universo musical en el cual están insertos.
Lo más destacable es, a mi parecer, la contundencia que
logran cuando alcanzan los mejores momentos en la faz compositiva. Es como si,
además de sacar a relucir lo mejor de sí mismos como creadores, también
lograran potenciarse como banda, como instrumentistas, llegando en esos instantes
a sonar tan pesados y rudos como una pandilla de Hell’s Angels. Sólo que en
lugar de rockear a la manera de Steppenwolf, los irlandeses eligen hacer Doom
de raíces en los 70s, pero con un sonido más cercano a las viejas ediciones del
sello Rise Above.
Ya lo dije antes, esto no es una genialidad ni nada similar.
Pero está bien hecho, y eso hace que “The Last Monolith” sea un disco
recomendable.
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