Año: 2013
Sello:
Selfmadegod Records
País de
origen: Polonia
El
alcoholismo es una adicción. A eso lo tenemos claro todos, o casi todos (el
enfermo niega su adicción, en la mayoría de los casos). Bien, yo tengo una
adicción, y no consiste en consumir alcohol, ni drogas, ni psicofármacos ni
nada similar, en cantidades industriales. Mi adicción es la Música , y mientras más
salvaje y violenta sea, más adictiva me resulta. Por ende, el Grindcore es una
de mis adicciones. Como adicto que soy al género, esperaba este álbum con
grandes expectativas (algo no muy común en mi, pues habitualmente la edición de
un disco a futuro me genera pocas expectativas, y, a veces, ninguna. Prefiero
escuchar la música sin prejuicios), pues el anterior trabajo de los polacos, el
descomunal Grind Virus, dejó la vara
muy arriba. Por lo tanto, mis expectativas se centraban en lo siguiente:
¿podrán los Squash Bowels al menos igualar lo hecho en aquel gran disco? ¿O
simplemente harán lo que les gusta, lo que quieren hacer, sin detenerse a
pensar en superar o empatar aquella obra maestra? A mí entender, hicieron esto
último: hicieron un disco genuino, sincero y real. Hicieron lo que ellos
querían hacer, lo que querían escuchar, y a la mierda con las expectativas. O
sea, tomaron la mejor decisión de todas, y de esa manera, convirtieron a su
nuevo opus en un muy buen disco. Un muy buen disco del más puro y encabronado
Grindcore, con el sello distintivo de Squash Bowels, poniendo todo en su lugar,
y confirmando que para ellos el tiempo parece no existir. Hace casi 20 años que
están en la ruta, tocando Grindcore visceral casi sin tomarse respiro alguno
(yo conozco al grupo desde hace 15 años, a decir verdad. Pero la banda se formó
en 1994). Hace casi 20 años que hacen lo suyo sin perder vigencia, ni energía
ni nada. Hace casi 20 años que Squash Bowels es una inhumana máquina de matar
que usa al Grindcore como arma de destrucción masiva. Y hace casi 20 años que
no fallan, aciertan siempre. Grindcoholism
no es la excepción a la regla, afortunadamente. Un poco más de 30 minutos de
pura rabia, caos, velocidad impiadosa, voces desgarradas (y desgarradoras),
ruido, violencia y todo eso que tanto amamos los adictos al Grindcore. Y,
por si todo esto fuera poco, los responsables de toda esta locura son tres
tipos que vienen pateando culos desde hace casi 2 décadas, y que, como
corolario, nunca lanzaron un disco malo, jamás. Nuevamente, Grindcoholism no es la excepción a la
regla; más bien, todo lo opuesto, pues no hace otra cosa que confirmar algo que
siempre supimos: Squash Bowels es una de las bandas más calientes de la
historia del Grindcore. O del Goregrind, si les gusta más esa etiqueta. Cómo
sea, estamos ante un gran álbum, en el cual canciones devastadoras como
“Tastelessness”, “The Theater” (mi favorita) o la canción que da nombre al
álbum explotan en tu cara y no te dejan un solo hueso intacto. Las demás
canciones se encargan del resto del cuerpo con la misma violenta intensidad.
Para
resumir, sólo queda decir lo siguiente: Arthur, Marius y Andy, gracias por otra
soberbia demostración del más puro y bestial Grindcore. Y gracias por casi 20
años de, otra vez, Grindcore del mejor.
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