Año: 2010
Sello: Invictus Productions
País de origen: Nueva Zelanda
No hay dudas de que en Oceanía, a los amantes de la Música Dura , les gusta que la
cosa sea fuerte, rápida y explosiva. Si bien Australia es el epicentro, el
pequeño continente alberga a bandas realmente poderosas en todos los países que
lo conforman. Nueva Zelanda no es la excepción a la regla, y Witchrist es una
clara prueba de cuan dura viene la cosa. Oscuros y macabros, los neozelandeses
rinden culto a todo lo que sea profano y malvado, y lo hacen desde estilos que
siempre han estado ligados a las blasfemias y el infierno: el Black y el Death,
en ese orden. Conjugando lo más impío del Black menos elaborado (Morbosidad,
Blasphemy y similares), con el Death Metal tan jodido de Incantation e
Imprecation, más tenebrosos pasajes de Doom mala onda, los enfermos estos se
dan el gusto de aporrear al oyente sin piedad alguna, pero dejando una
sensación de placer al mismo tiempo en el aporreado. Y es que pegan con
fiereza, pero con certeza también. Es decir, no son ningunos improvisados, y
eso sale a la luz de entrada, cuando el primer track te azota y estampa contra
la pared. A partir de ahí, todo es un espiral descendente que te conduce al
mismísimo infierno, en donde los tipos te muestran todas las abominaciones
habidas y por haber. Para “amenizar” tan tétrico paseo, se valen de una dupla
de guitarras integrada por Occultorture y Abomination, quienes no afinan las
violas más graves porque no se puede. Pero, y además de afinar bien abajo, se
las ingenian para crear buenos riffs, crear climas acordes a lo que pretenden
transmitir, y manejar los hilos del asunto de la forma en que se les exige.
Para ello, como no, se apoyan en un baterista que más que baterista, es una
bestia desatada. Me refiero C. Sinclair, quien no tiene dramas a la hora de
meter Blast Beats o de tocar ritmos casi fúnebres. Eso sí, sin importar si va
rápido o no, el tipo destroza los parches y platillos. El bajo, en manos de
Atrociter, es una bola de distorsión que se fusiona con el resto de los
instrumentos sin problemas. El vocalista es un demente que responde al
seudónimo de Imprecator, y no hace otra cosa que vociferar frases morbosas
acerca de rituales, ocultismo y demás cuestiones, con su vozarrón gutural bien
de ultratumba. Lo hace bien, por supuesto, sin desentonar en absoluto con la
banda en su totalidad.
Witchrist es uno de esos grupos que hacen que la habitación
se inunde con olor a azufre, transformando el lugar en un verdadero infierno.
Al menos durante los 39 minutos que dura la placa, vas a sentir que estás en el
hogar de Satán y no en el tuyo. Muy recomendable.
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