jueves, 9 de agosto de 2012

Aggresive - Predators Arrival





Año: 2011
Sello: Brutalized Records
País de origen: Colombia

Pensar que, al comenzar los 90s, y durante toda esa década, se decía y se afirmaba que el Thrash había muerto. Muerto y sepultado. Claro, quienes decían eso eran, en la mayoría de los casos, idiotas que reciben dinero de las discográficas y que para justificar ese dinero, deben generar tendencias y aniquilar otras. La cosa es así, para que un producto sea vendible, en ocasiones es necesario dar por muerto a otro, tildarlo de obsoleto en oposición al estilo que se intenta vender. El tiempo demostró que quienes lo daban por muerto al Thrash estaban asquerosamente equivocados. Hoy, y desde hace varios años ya, el Thrash goza de buena salud, y parece que así será por otro buen tiempo. Aggresive, grupo colombiano de Thrash Metal, vienen a confirmar que el Thrash está pasando por otro buen momento. Si bien lo de los oriundos de Pereira/Risaralda lejos está de ser original y/o deslumbrante, tiene todos esos ingredientes que sí o sí deben estar en un disco de Thrash para que éste sea, como mínimo, atractivo para el oyente. Los riffs con el machaque tipo serrucho, intercalando notas a toda velocidad entre machaque y machaque. La batería yendo al palo pero sin llegar al Blast Beat, más quiebres rompe-nucas, ideales para sacudir la cabeza hasta que se vuelve a desatar el torbellino thrasher y arranca el Mosh. El bajo apoyando incesantemente, sin lucir, pero con una firmeza encomiable. Y la voz a mitad de camino entre el grito enojado del Hardcore y la melodía tipo NWOBHM. Esta placa de Aggresive tiene todo eso, por supuesto. Y tiene las influencias que todo grupo conformado por fans del Thrash yanki debe tener. Overkill, Heathen, Forbidden, y especialmente, Vio-Lence, son los nombres que uno asocia inmediatamente al escuchar a los colombianos. Lo de Vio-lence viene más que nada por la voz de Schneider Quebrada, muy similar a la de Sean Killian de Vio-lence. Ese quizás sea lo que menos me llamó la atención, en líneas generales, pues la voz de Killian es muy particular, y como tal, soy de los que prefieren escuchar al original. Pero, seamos buenos, Schneider cumple con su faena con soltura y agresividad. De hecho, todo el grupo suena compacto y agresivo, y entregan un material que entretiene a lo largo de toda la placa.
En resumen, un disco que debe ser escuchado mientras tomas unas cervezas y miras viejas fotos de la época dorada del Thrash de la Bay Area. 

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