Año: 1970
Sello: Harvest
País de origen: Inglaterra
“Sing Brother Sing”, con ese título, lo primero que uno puede pensar, es que vamos a toparnos con un disco de alegres y suaves canciones de paz y amor, cantadas por hippies idealistas y volados. Pero no, nada que ver. Edgar Broughton Band se despacharon con un disco mucho más cercano al Hard Rock, que al Folk sensible y aburrido que tanto aman los hippies. Claro, ya con tener entre tus filas a un tipo de voz aguardentosa como el señor Broughton, la cosa empieza a tomar un cariz más cercano al Rock más duro que a cualquier otra cosa. A eso hay que sumarle que más que paz y amor, éstos británicos buscaban drogas y más drogas. Por eso es normal que la psicodelia sea la estrella indiscutida del disco, colándose por todas partes, aun en las partes más duras, en donde Edgar Broughton Band es, sin vueltas, un grupo de Hard Rock. A ver, como para que te guíes: tenían cosas de Blue Cheer, Grand Funk Railroad, pero también pasajes que los acercaban al primer Alice Cooper, sobre todo por el histrionismo musical que despliegan en cada canción. Canciones que, a medida que las escuchas, se vuelven más y más adictivas. Adictivas en un sentido narcótico, incluso. Pero poderosas, con guitarras que van al frente y encienden la llama con riffs calientes. Con un bajo que la rompe y una batería que pone huevos y sutilezas sin dudar. Más, obviamente, la reventada voz del señor Broughton, quien canta con su voz cascada sin guardarse nada: el tipo se entrega, fruto de su locura, de su pasión, o de ambas cosas juntas.
Lo descubrí tarde, muy tarde a este disco. No me preocupa eso, a decir verdad. Obras como esta hacen que conceptos como Espacio y Tiempo sean una ilusión. “Sing Brother Sing” es un viaje en donde jamás tenés en cuenta ni dónde estás, ni en que tiempo estás.
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