miércoles, 19 de octubre de 2011

Lethian Dreams - Bleak Silver Streams


Año: 2009
Sello: Orcynia
País de origen: Francia

Tras escuchar detenidamente, y varias veces consecutivas el, hasta ahora, único disco full de éstos franceses, no puedo dejar de preguntar lo siguiente ¿para cuando el segundo disco? Es que el material contenido en esta sublime placa es de un nivel tan alto, que la necesidad de tener el segundo disco en mi poder para poder escucharlo hasta el hartazgo es justamente eso: una necesidad.  Hacía tiempo que venía buscando un disco de Doom con las características de tan bella obra. Todo, pero absolutamente todo suena tan cuidado, tan sofisticado, profundo y orgánico, que es imposible no estremecerse ante el desborde de emociones que inundan el disco entero. Con una estrella rutilante como Carline Van Roos descollando en los casi 54 minutos que dura el CD, haciéndose cargo de los teclados, la batería (sí, la batería), el bajo,  la guitarra y, como no, aportando su encantadora voz, la –aparentemente- dócil Carline se luce de punta a punta, demostrando no sólo poseer un talento sobrehumano como instrumentista, sino, también, y como si fuera poco lo antes citado, demostrando ser una eximia compositora. Claro, los “nenes” que la acompañan no se quedan atrás. Matthieu Sachs en guitarra y Carlos D´Agua en voz dejan todo, desangran sus cuerpos en pos de lograr el resultado que, en base a un talento enorme, y por sobre todas las cosas, un feeling que pone la piel de gallina, obtienen y con creces.
Atmospheric Doom de categoría, pero categoría de pies a cabeza, hecho por 3 músicos que entienden que, tratándose de Doom, la música debe afectar al oyente de una manera muy puntual. Y para ello hay que poner el alma, hay que vivir cada canción, desangrarse ante cada melodía ejecutada, y tocar cada compás, cada acorde, como si fuera el último. Y Lethian Dreams hacen exactamente eso, y por eso esta gloriosa obra de arte suena como suena, y llega al oyente hasta calarle los huesos y dejarlo espiritualmente desnudo. “Requiem”, con sus 8:03 minutos, es la joya que brilla entre un cúmulo de canciones hermosas y desoladoras a la vez. Pero, háganme caso, no se detengan en esa preciosa pieza, y escuchen la obra completa. Sus almas lo agradecerán.     

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