Año: 2010
Sello: Whirlwind records
Quienes me conocen saben que el costado más melódico del Black Metal no es lo mío. Siempre me he inclinado (practicamente de lleno) a lo más crudo del Black, o bien, a vertientes muy distintas a lo que proponen los grupos más melódicos y/o sinfónicos. Slechtvalk es una de las excepciones a la regla, pues justamente lo que más me atrapó de la banda es...el manejo de la melodía. Nacido como un proyecto de un solo integrante, Slechtvalk se convirtió en un grupo hecho y derecho, y así la cosa empezó a tomar forma y color. Empezaron a aparecer las ideas, los matices, las instrumentaciones se enriquecieron y la composición salió ganando. Y así llegan a éste disco, una verdadera sorpresa que el año pasado no tuve en cuenta, hasta que, de casualidad, una copia cayó en mis manos y así, al fin, pude escuchar lo que, hasta el momento, es lo más logrado de los holandeses.
Pongamos las cosas en claro: acá hay furia, hay blast beats y todo lo que una buena banda blacker debe tener paar preciarse de serlo. Pero la crudeza está, no se si en un segundo plano, pero no es lo preponderante. Los tipos privilegian las melodías, los arreglos, las estructuras y los instrumentos tocados con mucha pulcritud. Olvidense de lo Grim, de lo asqueroso y demoniaco. Olvídense de lo "True", acá no hay nada de eso. En cambio, si hay buenas canciones, con pasajes logradísimos, en los cuales los músicos aprovechan para dar rienda suelta a la imaginación, y transportar al oyente a mundos fantásticos o de ensueño. Hay oscuridad, si, pero como dije en un principio, los holandeses buscan dotar a su Black Metal de otros matices. Es más, de seguro se van a ganar el odio de la gran mayoría de los amantes del más puro e impío Black Metal, pues los Slechtvalk son...cristianos. Si, ya sé, hacer Black y ser cristianos es una contradicción terrible. Pero por ésta vez, dejemos los prejuicios de lado, dejemos las ideologías de lado, y prestemos atención a la música. En éste caso, hay buena música.
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