martes, 18 de agosto de 2015

Them Teeth - The Knuckledragger


Año: 2015
Sello: Triple Eye Industries
País de origen: USA

No se imaginan cuánto placer me da tener que reseñar discos como este. En serio, encontrarme con discos tan calientes, ruidoso y descontracturados en mi cuenta de email, es un placer inconmensurable. Es que el Noise Rock es una debilidad para mí, un eterno enamorado del ruido. Y más aun cuando la cosa va por el lado de bandas como Unsane y ese tipo de locuras destructoras de tímpanos. Pues bien, Them Teeth van por esa línea, con un bajo omnipresente que empuja hacia adelante mientras la guitarra tira riffs como si fuera a derrumbar un dique, lanza acoples y armonías con la misma fiereza, la batería explota con un poder demencial, y la voz escupe bilis en cada jodida palabra pronunciada.
Groove, pesadez, energía, honestidad, ganas de destruir todo, caos sonoro y emocional emergiendo de las composiciones que integran este fabuloso 7". Un disco breve pero adictivo, y creo que la escasa duración del mismo, sumado a que los 3 tracks incluidos en el álbum son geniales, pues es imposible que "The Knuckledragger" no sea un disco que se convierta en adicción en apenas una sola escuchada. De hecho, estoy tan obnubilado y dominado por este 7", que por momentos no sé ni que escribir. Las disonancias son un viaje aturdidor que enceguece al oyente, impidiéndole salir del laberinto sonoro creado por los de Michigan. Los ritmos te apalean y te impiden levantarte. Los riffs son tan memorables como retorcidos. Cada canción es lo que debe ser, no hay nada que sobre, nada que falte. Los 3 temas son excelentes, pero hay uno que nació para ser un clásico: "Packin' a Rod", una de esas canciones punkies llenas de energía, llena de vigor rockero, destinada a convertirse en un himno del grupo, y en uno de mis himnos personales desde el mismo instante en que la escuché por primera vez.
Joder, me siento extasiado y aturdido, lleno de placer y locura. Y la culpa es de estos 3 asesinos de neuronas, toda la culpa es de ellos. Y, sí, también es mía, por no tener la capacidad para poner stop y dejar de escuchar este disco que me provoca tanto gozo como alienación. Pero ¿qué mierda me importa estar alienado mientras escucho esta joya? Enloquecer por culpa de esta genialidad no es un pecado.

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