jueves, 22 de junio de 2017

Divine Realm - Tectum Argenti


Año: 2016
Sello: Autoproducido
País de origen: Canadá

Un cerebro fue el que creó esta banda. Con el tiempo, la que en un principio fuera una one man band, se convirtió en un grupo hecho y derecho. Hoy, la banda consta del padre la criatura (Leo Diensthuber en guitarras) junto a otros dos virtuosos, a los cuales el término cerebritos les calza a la perfección.
"Tectum Argenti" es, según leí, la cuarta edición del grupo canadiense, y su título hace alusión a un techo de plata que tranquilamente podríamos relacionar con el tectum o lámina cuadrigémina que forma parte del mecencéfalo. Nada raro este tipo de conexiones biológicas/neurológicas con lo que hace la banda, pues es claro que a estos tipos les atrae más la ciencia que lo meramente existencial o mundano. Y está bien que sea así pues en esa forma de ser, y en esa forma de ver el mundo y encarar las cosas, reside la esencia de Divine Realm.
El trío conformado por Diensthuber en guitarras, Marc Roy en guitarras, y el bajista/productor/ingeniero en sonido Tyler Brayton, más el baterista Josh Ingram, se encuentra en la vena de bandas como Animals As Leaders o The Human Abstract. He aquí una palabra que resume una parte de lo que es esta banda: abstracción. Todo parece ser el fruto de abstracciones y razonamientos excesivos, todo esto enmarcado dentro del mundo de lo musical, confeccionando cada pieza con una obsesión por la perfección que asusta y asombra.
Metal Progresivo + Djent, más algún toque propio del Metalcore más complejo, y texturas que indefectiblemente me hacen pensar en el alien de la guitarra por excelencia: Steve Vai. Hay escalas, arreglos, armonías, que me llevan a pensar en Vai. Mas, lo de éste combo de virtuosos no va tanto por el lado de la canción -instrumental-, sino que se mueven, mayormente, por el camino de las composiciones poco convencionales y sobrecargadas de arreglos, aunque instrumentales, eso sí.
Como suele suceder con éste tipo de bandas, tienden a enceguecer por culpa de su enorme talento instrumental y terminan haciendo agua en algunos pasajes. Es como que en su afán por demostrar cuan bien tocan, por momentos entran en terrenos de confusión y caen presos de su propia trampa. Eso sí, cuando aciertan, aciertan. Entre los grandes aciertos están "Cloak and Dagger", en donde sacan a relucir un arsenal de ideas (además de las impresionantes interpretaciones), y la pieza que da nombre al disco, en donde el groove sirve de sustento para que los guitarristas deslumbren con sus complejos y refinados arreglos y solos.
Obviamente, la producción es digna de un grupo de perfeccionistas. Todo suena limpio, brillante, futurista, inhumano y cerebral a la vez. O sea, la clase de sonido que una banda como Divine Realm debe tener.
¿Si los recomiendo a todo el mundo? No, esto no es para todo el mundo. Si te gustan los cerebritos sacándole chispas a sus instrumentos, Divine Realm es lo tuyo. Si no te gustan, pues está en vos darles una chance o no. Y si, como yo, sos de los que buscan siempre escuchar cosas nuevas, y te adaptas al estilo y la banda sin prejuicios de por medio, te digo que estos muchachos tocan tan bien, que da gusto escucharlos tocar sus instrumentos. Les vendría bien componer canciones más atractivas, pero eso es algo que digo más por deseo mío que por una realidad intrínseca a la banda.

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